Costa Rica se está divorciando del carbón de forma admirable. En 2015, el país ya generó el 100% de su electricidad con energías limpias durante 299 días. El año pasado bajó a los 271.
Pero 2017 ha marcado un nuevo récord. Según un informe del Instituto Costarricense de Electricidad, lleva 300 días funcionando con fuentes renovables.
Aún queda tiempo, antes de que termine el año, para batir nueva marca.
A pesar de que se trata de un país pequeño, de 4,8 millones de habitantes, en el que es más sencillo basarse en estas energías comparado con China o Estados Unidos, no le resta ningún mérito.
Años antes de que se estableciera el Acuerdo de París, Costa Rica ya había tomado la iniciativa de irse desligando del carbón.
Hace más de un década, fijó un plan de gobierno en el que lograr un estado de carbono neutral para 2021 y fue el primer país de latinoamérica en apostar por la fuerza del viento.
Sabe aprovechar su geografía. La mayor parte de su energía limpia, el 78.26%, viene de energía hidroeléctrica. Al país lo atraviesan ríos caudalosos.
Se vale también de fuentes geotérmicas, eólicas, solar y de biomasa. Escogió no invertir en combustibles fósiles cuando otros sí lo hicieron. Los tentáculos de esa industria apenas tienen influencia en el gobierno de Costa Rica.
“Mi país se ha comprometido con el desarrollo sostenible por décadas,incluso antes de que la ONU adoptara ese concepto”, ha declarado el presidente de Costa Rica, Luis Guillermo Solís Rivera.
Le siguen faltando planes para sustituir al millón de vehículos que circulan con motores de combustión sucios.
No obstante, las reducciones que haga Costa Rica en emisiones contaminantes apenas tienen repercusión a nivel global. Expulsa a la atmósfera 1.241 veces menos gases de efecto invernadero que China.
El mundo necesita cambiar. Estados Unidos, por ejemplo, obtiene solo cerca del 15% de su energía de las renovables y Donald Trump es opuesto a incentivarlas. Pero otros países van haciendo esfuerzos.
India, con graves problemas de contaminación, está abaratando la energía solar de manera histórica para cumplir el objetivo de que su electricidad proceda de energías limpias para el año 2030.
Esfuerzos como este suponen contribuir a la salud del planeta.
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