Este pobre calamar trató de salvar su vida con el arma que tenía más a su alcance: la tinta. Por desgracia, a la raya que pasa por su lado la tinta no le asusta en absoluto.
A la raya gigante de este acuario de localidad no especificada le entró el hambre. Divisó un delicioso cefalópodo, se acercó a él y lo empezó a tantear
La escena hace que uno se plantee cuánta tinta cabe en un solo calamar, y también hace reflexionar sobre la biología de las rayas, aparentemente inofensivas pero emparentadas con la familia de los mucho más inquietantes tiburones.
Los visitantes del acuario vieron y grabaron la escena bastante sorprendidos y horrorizados por la lección de naturaleza que acababan de recibir: los grandes se comen a los pequeños y luego la vida sigue.
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